Un mal que destruye desde adentro
No sé si esto será sólo un escrito o una descarga, pero tengo que hacerlo. Ahora que tengo tu atención. Permíteme que te cuente un poco de mí. Tengo 43 años. La mitad de mi vida crecí en una iglesia y la otra mitad he permanecido en la que asisto actualmente. He vivido mucho y he visto aún más. Desde los 11 años Dios me ha dado el privilegio de ministrar tanto en las comunidades de fe en las que he estado y fuera de ellas. También, muy a mi pesar, puedo decir que he cometido casi todos los errores de los que pecan muchos cristianos. Lo frustrante es que no puedo prometer que no cometa más. Cada día tengo que hacer morir el viejo hombre; a veces puedo lograrlo, otras no. Una de mis mayores faltas es la impaciencia y poca tolerancia a ciertas actitudes. Al día de hoy se me hace muy difícil lidiar con el chisme. Para mí es un cáncer que destruye poco a poco tanto a la iglesia como a cuaquier tipo de rela...