El cantante
Las luces caían sobre su cabeza agachada. Le preocupaba que el sudor de sus manos provocara algún accidente con el micrófono. En silencio, y con la respiración agitada esperaba el conteo que le anunciaría su entrada. “ ¿Qué hago yo aquí?” Aún no se explicaba cómo ni porqué había llegado allí. Las luces bajaron y escuchó la cuenta regresiva: “Comenzamos en tres… dos… uno…” La música comenzó y él se quedó mirando al suelo aguardando el compás exacto para comenzar. El auditorio reducido era el escenario escogido para la gala benéfica, donde las personas más prominentes de la industria se dieron cita para calmar sus conciencias. Trajes de noche, prendas lujosas y copas sonando acompañaban las risas forzadas que auguraban las más frágiles relaciones. Todo el murmullo cesó cuando comenzó la música. Los primeros segundos de la pieza parecieron eternos para el cantante. Trabajó duro para llegar allí. Puso su corazón, tiempo y dinero para hacerse c...