Podemos escoger
No hay cambio sin antes aceptar la responsabilidad por nuestras decisiones, y aún así esto no garantiza que evitemos las consecuencias que no deseamos. Es fácil querer hacer lo que nos venga en gana, eso es lo que el mundo nos dice que es libertad, pero cada decisión tiene una consecuencia y mayormente esas consecuencias se extienden a quienes nos rodean. Muchos preguntan ¿dónde está Dios en medio del dolor? ¿Por qué existe el hambre? ¿Por qué Dios permite tanta maldad? Y seguimos cuestionando a Dios por las decisiones de los seres humanos. No queremos las consecuencias.
En Lucas 23:38-43, estando crucificado al lado de Jesús, uno de los ladrones buscó eludir las consecuencias de sus actos: “¿Así que eres el Mesías? Demuéstralo salvándote y salvándonos a nosotros.” “NOSOTROS”, bonita palabra inclusiva para esconder su egoísmo. Hubiera sido más sincero si decía “y sálvame también”. No le interesaba conocer a Jesús, no quería tener nada con Él, solo quería evitar la cruz. Sin embargo, el otro ladrón comprendió la situación; entendió que estaba viviendo las consecuencias de sus actos y a la luz de sí mismo vió la inocencia y la deidad de Jesús: “Ni siquiera temes a Dios ahora que estás condenado a la muerte? Nosotros merecemos morir por nuestros crímenes, pero este hombre no ha hecho nada malo.” Al estar al lado de Cristo crucificado vió su condición; comprendió que necesitaba salvación: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Jesús respondió: Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.” No hay salvación sin arrepentimiento, no hay arrepentimiento sin asumir responsabilidad de nuestros actos, no se asume responsabilidad sin reconocer nuestro pecado. No hay consecuencias eludibles, pero sí hay salvación y vida eterna y sólo la encontramos cuando miramos a la cruz y vemos al Cristo que murió, resucitó y venció al pecado.
En la cruz vimos tres hombres y dos caminos. Uno nos lleva a la condenación y otro nos lleva al paraíso. Podemos escoger.
¡Amén! Nunca había visto la perspectiva del ladrón en la cruz como la mencionaste. Vemos mucho ese comportamiento de “quiero los beneficios de Dios, pero no ha Dios”. Ese comportamiento no siempre se expresa, pero las acciones bastan.
ResponderEliminarTremendo escrito, Dios te bendiga